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¿Quiénes seremos? Isabel Oliver

La aburrida triple pregunta filosófica, en su formulación habitual –¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos?– sugiere la idea de que los seres humanos nos desplazamos en el espacio-tiempo sin desgaste de nuestra mismidad, sin alterar lo que somos sustancialmente; pero, qué pasaría si lo que nos preguntáramos fuera ¿Quiénes éramos? ¿Dónde estamos? ¿Quiénes seremos?, como corresponde a una existencia que se transforma sin cesar como el mudable río heraclitano que excava su sinuoso cauce en la impasible tierra firme. Creo que de eso, en gran medida, va la obra de Isabel Oliver.


Dicen que el ser humano debe gran parte de sus asombrosas capacidades mentales a su imaginación visual, que le permite proyectar imágenes en el pasado y en el futuro, recordando y prediciendo eventos, reales o ficticios. Isabel Oliver tiene la capacidad de organizar su pensamiento en una estructura visual casi lingüística que transmite un significado, una historia revisionada, y el mensaje que mejor permanece en nuestra memoria es el que percibimos, pero no nos han dicho. Su obra está llena de mensajes no dichos pero intuidos.

Tradicionalmente se ha asociado la obra de Isabel Oliver al pop art y al feminismo. No es justo etiquetar su obra solamente en estas dos categorías, pero creo que definen en gran medida un carácter impreso en su trayectoria. Grace Morales (2018) lo advierte muy acertadamente: el pop art, tal y como ha sido concebido y estudiado hasta hace no mucho tiempo, es un movimiento artístico que crearon, desarrollaron y popularizaron hombres en su totalidad. Hombres que dedicaron gran parte de sus obras a tratar el cuerpo femenino usando los presupuestos de los medios de comunicación de masas; es decir, como un objeto de exposición, venta y consumo, volviendo a reobjetivizar lo ya explotado y sometido en la vida real. Así que sí, denota un especial carácter que una artista como Isabel Oliver, desde el pop art, pretenda derrumbar las antiguas barreras del arte como elitismo y poder; haga burla de los principios de autoridad; y utilice las técnicas de la publicidad, el cómic y el diseño para ironizar sobre el hiperconsumismo y las tensiones de la sociedad del ocio, además de dar cabida a las ideas de la emancipación sexual, racial y política. Es lo que tienen las brujas.

No fue la única, ciertamente, pero, como todas, estuvo sola. Las artistas fueron varias y muy notables, pero sufrieron el habitual silencio y marginación de la mujer. Fueron las más combativas políticamente, porque utilizaron los medios y códigos de la sociedad de masas para denunciar de forma explícita la sumisión y el proceso de objetivación de la mujer frente a otros artistas (masculinos) que jugaron de forma más sinuosa en este terreno, con el distanciamiento, la ironía y la confusión. Puede que usaran los mismos esquemas, el de la mujer como objeto que se expone, trocea, vende como muñeca, criada, prostituta, imagen de revista erótica, anuncio de marca o deshecho de publicidad, pero contando otra historia, una que habla de machismo, se postula contra las guerras y a favor de la libertad sexual. ¿Sabemos que tras los collages de Richard Hamilton o Claes Oldenburg está el trabajo de Terry Hamilton y Patty Mucha? ¿Conocemos a Cindy Sherman, Tracy Enim, Elaine De Kooning, Grace Hartigan, Rosalyn Drexler, Marjorie Strider, Linda Benglis, Niki de Saint Phalle, Ulrike Ottinger, Jan Haworth, Pauline Boty, Evelyne Axell, Martha Rosler, Judy Chicago o Margaret Harrison? Y estoy citando artistas que se movieron en el entorno anglosajón, más mediático y conocido, nadie se acuerda de la polaca Maria Pinińska-Bereś o de la colombiana Beatriz González (Alana D. Kidder, 2014). En España, las pioneras se concentraron en la costa mediterránea: Mari Chordá, Eulàlia Grau o la propia Isabel Oliver trabajaron directamente bajo el desprecio del resto del mundo de las artes. Y no fueron las únicas, también Eugènia Ballcels, Paz Muro, Silvia Gubern, Olga L. Pijoan, Fina Miralles, Ángela García Codoñer, Esther Ferrer…
En aquel momento, la obra de Isabel Oliver se centró en el papel de ser mujer en el régimen franquista y en desarrollismo, como amas de casa y consumidoras, sometidas por un lado a los estándares de la belleza, y por otro, a los rigores de la ideología católica y la educación política. No se puede decir que no tenga una obra coherente a día de hoy. Es lo que tienen las brujas.

Y no quisiera terminar sin una aclaración. Esta exposición no es la de una artista marginal de la historia reciente, ni es un gabinete de bonitas discrepancias o rebeldías, ocurrentes gracias a revisiones histórico-artísticas. Es una muestra de una artista fundamental en la historia del arte español.

Inauguración sábado 25 de noviembre de 2023 a las 12,30h.

Comisariado: Rosalía Torrent y Joan Feliu

Texto: Fragmento del catálogo, Joan Feliu.