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Centenario del nacimiento de Ricardo Bastid

Centenario del nacimiento de Ricardo Bastid

Ricardo Bastid Peris nació en la calle Barcelona, en la ciudad de Valencia, el 19 de septiembre de 1919 y murió exiliado en Buenos Aires con 46 años, en la plenitud de su madurez personal y artística el 23 de mayo de 1966, en un accidente de tráfico. Al no poder regresar a España, su figura y su obra han permanecido desconocidas para muchos.

 

A la trayectoria vital de Ricardo Bastid (Valencia, 1919-Buenos Aires, 1966) no le falta un detalle para inspirar el más complejo personaje de novela. Representante conspicuo de ese límite generacional que se debate entre la juventud suficiente para librarse de la Guerra Civil o la madurez de sobra para alistarse voluntario, el particular escritor y artista plástico participa de la experiencia humana contemporánea a través de los convulsos acontecimientos de la España del siglo XX.

Compromiso político, conflicto bélico, clandestinidad, disidencia, represión, precariedad artística, exilio, por citar los hitos de una vida poliédrica como pocas, marcan sucesivos puntos de inflexión que no tiene más remedio que asimilar: de las ilusiones adolescentes en los primeros años treinta al trauma repentino de la Guerra Civil, del alivio de salvar la vida durante la retirada a quedar recluido en su propia tierra, de la camaradería para reorganizar la movilización estudiantil a la condena que le priva de libertad, de los esfuerzos por recuperar la normalidad a la segunda detención por asuntos de guerra, de la promesa de un futuro mejor en el exilio al desencanto del difícil arraigo en Argentina, de la estabilización relativa en el nuevo continente al malogrado desenlace final.” Texto de Óscar Chaves Amieva y Pablo Allepuz García, en “La vida en fuga: cárcel, exilio y autobiografía en Ricardo Bastid” (Cabañas Bravo, M. 2019. Identidades y tránsitos artísticos en el exilio español de 1939 hacia Latinoamérica, Madrid: Doce Calles).

De los sueños de juventud en su primer libro de poemas, titulado Faro:

Yo quiero, con ansia divina,

durmiendo los sueños del arte,

vivir otra vida.

A la meditación de su madurez (Variaciones de la meditación y el vértigo):

Ya sé que he de morir ignorando muchos libros,

muchos paisajes y muchos pedazos de cielo;

desconociendo muchos hombres…

Lo que me conforta es saber que tengo

una imagen del cielo y de la tierra y del hombre

que me permiten vivir.

Lo que me desazona es saber que no tengo

una imagen del cielo y de la tierra y del hombre

que me deje morir.

El dolor y el sufrimiento siempre son inevitables para una gran inteligencia y un corazón profundo. Creo que los hombres realmente grandes deben experimentar una gran tristeza en la tierra” (Raskólnikov). Crimen y castigo, F. M. Dostoievski.

Imagen: Milde danzando (circa 1965)

Desde que nací viví la añoranza del hijo y hermano exiliado. Él estaba siempre presente en casa. Para mí, este tío artista que estaba al otro lado del océano, era mágico. Uno de mis recuerdos más vivos es estar junto a mi abuela cuando sonó el teléfono y le dijeron que su hijo había muerto. Yo tenía 6 años y lo que se vivió en mi casa a partir de entonces me ha marcado inevitablemente. Llevo más de veinte años luchando por dar a conocer su obra, cuyo mérito, en su conjunto – dejando a un lado consideraciones puramente artísticas o literarias – no es sólo su capacidad multidisciplinar, sino su gran valor testimonial, ya que captó y describió el drama humano de la guerra y sus consecuencias, así como las inquietudes de una generación truncada. Pienso, sinceramente, que tanto su calidad humana como la de su obra, merecen un reconocimiento público.

Chaves y Allepuz citan en su artículo diversas frases de la novela de Bastid Puerta del Sol (publicada por Losada en 1959), entre las que me permito seleccionar a modo de homenaje:

Pero esto significa que habrá que hacer memoria. (Sí, hay que hacer memoria).”

Milde de Tomás Bastid