27 Feb Wu, A-Sun
Nacido en Taiwán en 1942. Vive y trabaja en París y en Taipei. A-Sun Wu cursa estudios en la escuela de Bellas Artes de Taipei (1965-1968), y luego en la Academia Real de San Fernando en Madrid (1971 a 1973). De 1974 a 1990 viaja por todos los continentes, impregnándose de las representaciones de las culturas llamadas «primitivas», de la que se convierte en un coleccionista apasionado. Se le reconoce como el gran maestro de la pintura taiwanesa.
Después de un primer periodo de pinturas muy coloristas en referencia a Goya, A-Sun Wu representa la vida urbana, las calles, los rascacielos de Nueva York… A partir de 1979, «atraído por lo primitivo y original», y después de una primera estancia en África del Sur, representa paisajes en los que intenta dar cuenta de «la luz del sol y del aire», expresión de los más profundos sentimientos. De entonces en adelante no parará de inspirarse en las representaciones de los «pueblos primitivos» (de la Amazonia, de África, de Papúa Guinea, de las Islas del Pacífico, etc.). Las máscaras y símbolos totémicos, los ideogramas, la caligrafía china, los símbolos arcaicos, los motivos geométricos, los bestiarios jeroglíficos, las figuras simbólicas pueblan sus telas. Realiza pinturas con acrílicos sobre madera maciza o sobre corteza de árboles donde los colores simbólicos predominan: el rojo (para la vida y la energía), el negro (para el poder) y el blanco (para la paz). Desde 1995, crea también esculturas policromas con materiales reciclados o, cuando se convierten monumentales, con grandes troncos cortados y pintados con relieves (serie Jungle métropolitaine).
Año: Taipei, Taiwán, 1942
Documentación sobre el artista en CIDA: Consulta
Página personal: Página web
Título de la obra: Mujer del África del Este
Año: 2000
Medidas: 91 x 73 cm
Técnica: Acrílico sobre lienzo
Tipología: Pintura
Inventario: 655
Contexto: «¿Por qué un artista como tú se esconde en Taipei?» exclamó con admiración Roberto Matta, el famoso pintor surrealista durante su visita al estudio de A-Sun Wu. Para él, todo empezó en aquella isla del sureste de China continental, una provincia china que luego se convirtió en República independiente en 1949. Es durante su infancia, acompañando a su padre, un funcionario que trabaja en el bosque, que comienza a descubrir esta naturaleza que cubre más de la mitad del país. Aprende mucho de ello, aprende a reconocer la madera, los árboles, las diferentes esencias y mucho más… momentos inolvidables e imágenes guardadas para siempre en lo más profundo de su ser. El bosque profundo, frondoso y exuberante, con sus hadas y brujas, sus silencios y sus gritos, siempre ha rondado la imaginación de los hombres que siempre lo han poblado con sus sueños y sus miedos. Y es en este espacio sometido a un clima tropical húmedo, a veces hostil pero siempre de una gran complejidad y belleza, que el joven A-Sun Wu construirá para sí un mundo al margen de toda tendencia preconcebida, un universo de formas orgánicas, permaneciendo así espiritualmente disponible a todas las aventuras. Como ocurre con la mayoría de los artistas asiáticos, el inevitable encuentro con Picasso se producirá a través de los libros, a través de imágenes intercaladas. Su ciclo de estancias en el extranjero comenzó en España donde, durante tres años, completó sus estudios superiores en la Real Academia de Madrid. Profundamente impresionado por su visita al taller de El Greco, también se apasionó por los grabados y el período oscuro de Goya. Después de la Península Ibérica, A-Sun Wu vivió en Estados Unidos entre 1974 y 1977, estancia que marcó el final temporal de su paso por Occidente. Incansable, se embarcó entonces en una década de grandes viajes a África, al Amazonas, a Brasil y al Pacífico Sur. Descubre con emoción, mientras visita una mina de carbón en África, que puede utilizar la sombra para expresar la luz. Esta revelación introduce en su pintura no sólo reminiscencias de Goya, sino también al hombre que se convierte en el centro de su proyecto: Willem de Kooning. Cabe señalar, sin embargo, que A-Sun Wu no tiene ojos americanizados. Sabe abrirse camino y crear imágenes potentes. El rostro pintado suele ser proporcionalmente grande en relación al lienzo. También podemos recordar las máscaras de danza Fang, las figuras relicarias africanas, pero el equilibrio de proporciones aquí es como si fuera batido por la mano del artista. Indefectiblemente ligado al ser humano gracias a una experiencia existencial excepcional y a su imaginación, su tema fundamental sigue siendo hoy el hombre. © 2013 Catálogo de la exposición «A-Sun Wu: Entre el mito y la realidad» en Gaeta
Sala: 16
